Una mujer que no usa perfume no tiene futuro

Anduve por alli sin futuro hasta hace muy poco, segun la utoritaria Mademoiselle Gabrielle “Coco” Chanel. Mi relación con los perfumes siempre ha sido difícil, quizás porque mi primera introducción al mundo de los olores capturados fue el Opium de Yves Saint Laurent de mi madre, que durante una primera década de existencia estimulaba memorias olfativas poco gratas, quizás por los tonos de Pachulí e incienso para los cuales todavía no estaba preparada.

También mi madre introdujo el First de Van Cleef and Arpels. Me gustaba la botella, y el color pálido del elixir, pero una vez mas el olor era demasiado complejo para mi, probablemente porque aun permanecía definida por el paladar, sin muchas ganas de pasar a otros sentidos. No fue hasta que comencé mi independencia financiera, unos veinte años después, cuando pude observar claramente la fascinación que ejercen los perfumes en las mujeres, y hombres, especialmente en el entorno laboral latinoamericano, en el cual invertía entonces mis días, y muchas de mis noches. Apenas alguien anunciaba su próximo paso por un Duty Free, las colas se estiraban democráticamente, incluyendo tanto recepcionista como directores, embriagados por la sola idea de poner un “acento” olfativo a sus personalidades. Desde luego, esta euforia no conquisto ni mi olfato ni mis ganas de hacerme de un futuro. Estas mujeres, y hombres insisto, estaban dispuestos a ofrecer sus salarios completos por olores firmados Armani, Boss, Davidoff, Calvin Klein o Donna Karan, todas estas, marcas cuya resonancia me hacia mas pensar en el pasillo de limpieza de un supermercado que en un avenir elegante o cuando menos excitante. Confieso haberme dejado llevar una vez por los impulsos de este colectivo, aturdida y poco convencida del sentido, pues adquirir un perfume sin antes haberlo olido es como pagar por una cita a ciegas.

No fue hasta hace unos 10 años que otra dimensión del perfume se descubrió para mi, durante un viaje siguiendo La Ruta Napoleón (existe un libro con este titulo, La Route Napoleon) que incluía ese pueblo con nombre azucarado, considerado la capital mundial del perfume. Esto ultimo es sin duda mucho mas abstracto que el lugar proveedor de 1/3 de todo el perfume producido en Francia. Grasse es el lugar donde se crean los perfumes mas reputados del mundo, donde se habla de la historia del perfume, y donde el jazmín, gran base para perfumes crece irrefrenable. Pero conocer Grasse no fue suficiente. Permanecí reticente a usar perfume hasta que descubrí las aguas florales o Eaux Florales en Francés. Lo especifico en Francés porque en Francia se llaman aguas florales, también llamadas Hydrolats, a las aguas que se obtienen durante la destilación de una planta para la obtención del aceite esencial de la misma, con lo cual se trata de aguas de flores únicas, puras, y no siempre fieles al aroma de las flores.

Primero fue la Lavanda, el olor del verano en el Sur de la Francia; luego la flor de la naranja, aroma maravilloso que había conquistado mis gustos a través de la pastelería oriental, marroquíes y tunicinas, hasta que venciendo mi resistencia a la seducción inevitable de la rosa, integré también el agua de estas flores tan populares.

Usar las aguas florales me regalaba algo mas que un perfume para impregnarme, una atmosfera o un aura dentro de la cual desplazarme por el mundo. En un tono mas pragmático, estas aguas no solo servían para brindarme un futuro, también me regalabas otras de sus propiedades sobre la piel pues a diferencia del perfume las rociaba en el pelo después del baño, en el rostro para limpiarlo o como astringente, y en el cuerpo después de una larga exposición al sol o durante los periodos de intenso calor veraniegos.

El aroma de las aguas florales sin embargo se desvanecía a medida que penetraba el aire de los caminos impregnados de tantos otros olores, con frecuencia mas pesados.

Cuando nació Lila, mi hija, hace 5 años, otra posibilidad del perfume se descubrió cuando osé entrar en una tienda Bonpoint. No es difícil apreciar la belleza de los productos de esta marca, son románticos, nostálgicos, casi etéreos, de excelente calidad y sobre todo muy infantiles (sin Barbie o Fresita como referencias), y la apreciación aumenta cuando se revelan los rituales que enaltecen la vulgar compra. Recibí la Rebeca verde manzana, que todavía Lila usa después de 4 años,  envuelta en papel de seda rosa pálido dentro de una bolsita de tela rosa pálido, a la cual la vendedora roció con un aroma fresco de flores de naranja. No paso mucho tiempo antes de que regresara a una de las tantas tiendas Bonpoint para adquirir el memorable aroma, sin otra intensión que la de perfumar las gavetas en las cuales guardo la ropa de Lila. Desde entonces, un nombre se instalaría en el mejor palco de mi memoria “perfumística”, la creadora del perfume de Bonpoint, Annick Goutal.

Supongo que ya estaba preparada para el perfume y el futuro que este me depararía, pero mis memorias de aquellas mujercitas y hombrecitos eufóricos por oler a otra cosa que a ellos mismos, me impedía abandonar la idea de que oler a fresco y recién bañado es siempre mejor.

Quizás percibiendo mi necesidad de intervención foránea, de una fuerza que me sacara de mis ideas rígidas sobre mi misma,  hace poco mas de dos años, Mi Amor me propuso ir a buscar un perfume para mi porque tenia ganas de olerme. Su sugerencia me dejaba entender que un perfume lejos de cubrir nuestro propio aroma, mas bien lo expone, como una música que puede ser interpretada con diferentes instrumentos. Conociéndome tanto como me conoce escogió el mejor lugar para iniciarme a la dependencia de los aromas embotellados. Me llevo de la mano a Liberty. La icónica tienda londinense, donde escogimos juntos un perfume artesanal de Le Labo. El perfume elegido no podía ser mas especial, el  ROSA 31, que ahora mientras escribo, descubro ha sido definido por sus creadores como un perfume de rosas para hombres.

Desde entonces, mi pasión por los aromas no ha hecho sino crecerse, haciendo de mi futuro un paseo espontaneo y poco definido por esos bosques y jardines que anhelo.

¿Tienes futuro? ¿A qué se parece?

Imagen by Voza

2 thoughts on “Una mujer que no usa perfume no tiene futuro

  1. Pingback: Mi obsesion Annick Goutal | Voza

  2. Pues yo llevo hace 10 años sin usar perfume y tengo mas éxito ahora que cuando lo usaba y eso que solo me lo ponía los fines de semana!. No olvidemos que Coco Chanel era una diseñadora que lo único que pretendía era vender sus productos y dijo eso para tener mas ventas, una frase de publicidad. Mi experiencia me a enseñado que cuando una mujer huele a limpio ese es el mejor afrodisiaco que existe para atraer a los hombres. A mi los chicos se me acercan y me dicen que les gusta como huele mi piel, y ese aroma proviene de los geles de ducha, cremas o sales de baño que me aplico cada tanto. En ciertos días antes de que me venga la menstruación mi piel huele muy fuerte de lo normal y curiosamente esos días los tengo mas como moscones.

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